Porque en política todo se recicla, en Yucatán la silla de la coordinación estatal de Movimiento Ciudadano parece destinada a las “ex”. Sí, expriistas, expromesas y exleales, porque tras la salida de Nallely Hernández Crespo, todo apunta a que la batuta la tomaría Abigail Uc Canché, otra “renovadora” del mismo molde: una priista arrepentida que ahora viste de naranja.
La renuncia de Nallely, como se recordará, fue adornada con el pretexto académico: que si una beca en el extranjero, que si proyectos personales… la versión oficial sonó a despedida de lujo. Sin embargo, entre pasillos de MC lo que se dice es que fue más bien una salida digna para no admitir lo evidente: su liderazgo flojo, sus pleitos internos y una militancia que no la tragaba ni con agua de horchata.
Durante su corta gestión, Nallely dejó más pendientes que logros: conflictos internos, distanciamiento con la prensa, eventos reducidos al mínimo y reuniones que terminaban siendo puro café con galletitas. Nada que convenciera a las bases, que se hartaron y fueron a tocar la puerta de la verdadera dueña de la franquicia naranja en Yucatán: Ivonne Ortega Pacheco.
Y aquí entra en escena Abigail Uc. Militantes naranjas dicen que su llegada sería “un respiro”. Claro, respiro porque es de total confianza de Ivonne, y en este partido lo que cuenta no es tanto la militancia, sino la cercanía con la jefa. Sus defensores aseguran que Abigail tiene “sensibilidad política” y aceptación en municipios del interior. Sus detractores, en cambio, la ubican en la misma categoría que Nallely: otra priista reciclada que no dudó en cambiar de camiseta para seguir en el juego.
Lo cierto es que en MC Yucatán el relevo ha sido recibido como una mezcla de expectativa y alivio: expectativa por ver si Abigail logra dar resultados donde Nallely fracasó; alivio porque, al menos por ahora, alguien ocupará la silla que quedó vacía.
